Un rey preparó una gran fiesta de bodas para su hijo. Cuando todo estuvo listo, envió a sus sirvientes a llamar a los invitados. Sin embargo, todos se negaron a asistir. Algunos incluso maltrataron y mataron a los mensajeros enviados por el rey. Enfurecido, el rey envió a su ejército para castigar a los asesinos y quemar su ciudad.
Luego, el rey instruyó a sus sirvientes a invitar a cualquier persona que encontraran en las calles, tanto buenos como malos. La sala del banquete se llenó de invitados. Sin embargo, cuando el rey entró, notó a un hombre que no estaba vestido apropiadamente para la boda. El rey lo reprendió y lo arrojó fuera, donde habría llanto y rechinar de dientes.
Esta parábola nos enseña sobre la importancia de aceptar la invitación de Dios al reino celestial y estar preparados para ello. A veces, incluso aquellos que inicialmente rechazan la invitación pueden ser incluidos si se arrepienten y responden adecuadamente.
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